martes, 9 de octubre de 2012

La manipulación del lenguaje en el Tercer Reich (I)

“¿Cuál era el medio de propaganda más potente del hitlerismo? ¿Eran los discursos individuales de Hitler y de Goebbels, (…) su agitación contra el judaísmo, contra el bolchevismo?”

Esta es la pregunta que se hizo un filólogo judío alemán, Victor Kemplerer  para llegar a la conclusión de que no. Este catedrático de literatura francesa recuerda como la gente jugaba a las cartas o hablaba de temas banales mientras las radios emitían los discursos del Partido, que supuestamente todos escuchaban con la máxima atención. El nacionalsocialismo se introdujo en el cerebro de las masas con palabras y expresiones de uso cotidiano que terminaron por crear una determinada forma de ver la realidad o como dirían los nazis, una “Cosmovisión”, una Weltanschauung.

¿Cuál era la característica básica de esta nueva lengua, la lengua del Tercer Reich? La pobreza. A pesar de toda su retórica, estaba llena de tópicos que se repetían continuamente, y era precisamente esta pobreza lo que la hacía tan poderosa, porque todo el mundo la podía usar independientemente de su nivel cultural. No solo era una cuestión del abuso de tópicos, sino sobre todo, del tono de voz, siempre el mismo. No se distinguía entre la lengua escrita y la hablada, de hecho, los artículos de opinión podían servir perfectamente como discursos y viceversa. Este tono era el de un agitador político permanentemente enfadado e indignado.



 Esta es la causa profunda de la tremenda pobreza de la lengua del Tercer Reich: está dirigido a un  único aspecto de la comunicación, a la invocación; es un lenguaje enfocado, única y exclusivamente al fanatismo. Palabra,  con su correspondiente adjetivo, fanático, de las más usadas en el Tercer Reich.

Estas, no son palabras de origen germánico sino latino. Las palabras  fanatisme  y  fanatique  empezaron a ser utilizadas en sentido muy negativo durante la Ilustración francesa. En su origen etimológico vienen del latín  “fatum”, que significa santuario o templo y el  fanático era la persona que estaba sumida en un profundo éxtasis religioso que incluso eliminaba la capacidad de pensamiento.

Así que en la Ilustración el fanático simbolizaba lo contrario a lo racional, que era lo más querido por los  philosophes  ilustrados. Y a pesar de que el Romanticismo, y sobre todo en Alemania, valoraba profundamente las pasiones frente al dominio de la razón, el fanatismo continuó siendo una pasión mal vista, una especie de “pasión  insana “  o “enfermiza”.




 Pues bien, en germánico no existe una palabra con un significado igual, existen equivalentes como acalorarse “eifern”, posesión “bessenheit” (pero este es un estado patológico),  entusiasta “schwärmer” se parece más, pero una persona entusiasta no es un fanático.  Así que estamos hablando de un  préstamo del francés y que pasó al alemán con el mismo significado y valoración peyorativa.

Fue el Tercer Reich el que convirtió “fanático” en un superlativo de “valiente”, “entregado” o “constante” y este término pasó a significar en una especie de unión de todas esas virtudes.

La palabra terminó infiltrándose en todos los ámbitos, por ejemplo un amante apasionado pasó a ser un amante fanático. Y esta palabra tan querida por el régimen nazi llegó a sufrir una auténtica pérdida de dignidad, puesto que todo el mundo la usaba en todas las ocasiones. Entonces hubo que buscar un superlativo para el antiguo superlativo y se empezó a hablar desde los medios oficiales de “fanatismo feroz”, como si hubiera un fanatismo tranquilo.

El sentido elogioso de la palabra no resistió la caída del régimen, y en cuanto el Reich desapareció, los alemanes dejaron de usarla en un sentido positivo. En realidad, la mentalidad fanática solo fue vista como una virtud por el nazismo.




En el siguiente artículo veremos, como adelantamos en la foto superior, el modo en el que el lenguaje del Tercer Reich también se infiltró además en la familia, la geografía y en todas las relaciones personales.

Bibliografía sobre el lenguaje del Tercer Reich
-->

No hay comentarios: